Para descubrirlo, quizás debas asignarle menos importancia a lo que sucede en el exterior y profundizar en tu auténtica esencia.
Tendemos a identificarnos con nuestras tradiciones culturales como si fueran las únicas posibles o las mejores. Pero el estilo de vida patriarcal y androcéntrico que caracteriza a nuestra cultura empezó a perfilarse hace seis milenios y,
aunque pudo tener un sentido de supervivencia entonces, hoy ya no nos vale.
Nos ha conducido a la confusión y a una sociedad peligrosa.
Es tiempo de abandonar unos valores para recuperar otros;
de soltar un estilo de vida para acceder a un estado de conciencia superior.
La clave de nuestros males está en la educación y la cultura,
me gusta usar la palabra "ceguera" para expresarlo.
Hoy se tiene muchos conocimientos científicos,
mucha información, pero nada de sabiduría.
A pesar de que haya tanto saber,
la nuestra es una cultura inspirada en una ignorancia fundamental.
En el mundo occidental no se tiene una noción clara, ni aproximada,
de lo que es un ser humano completo, desarrollado.
Así como la ciencia duda de la experiencia mística,
duda también de la percepción de los místicos de todas las culturas y tiempos,
o de que existe otra realidad ( de la cual ésta que conocemos es como la cueva de Platón).
Si se carece de la idea de que la vida tiene el sentido de crecer para llegar a ser más de lo que somos,
hay una pérdida de sentido.
Y la vida sin sentido no es vida... No habiendo sentido de la vida,
la gente se queda vacía, Y de este vacío,
de esta insatisfación surgen toda clase de deseos ficticios y las emociones más bajas,
como la codicia, la vanidad, el narcisismo... Y todo está avalado por la cultura.
¿ No hay lugar para la ética en nuestra cultura?
No es parte de nuestra cultura un verdadero sentido ético.
Se podría decir que es una cultura de corrupción,
por cuanto ya no se cree que hay que ser bueno.
Se toma la bondad por una especie de superstición antigua de las personas ingenuas.
No se considera que tenga un valor o ventajas de algún tipo.
La nuestra es una cultura de bote salvavidas, de naufragio.
Insisto en lo mucho que nos ha robado esta civilización patriarcal,
que nos ha robado mucho a nosotros mismos.
El sentirnos seres vivos existentes.
Parece que fuera una obviedad que existimos,
pero el hecho es que no tenemos la sensación de existir.
Sentir de verdad que uno existe es una fuente muy grande de poder no susceptible a superficialidades.
Saber que uno existe es una experiencia desconocida para el común de la gente.
Es lo que llaman Dios. Dios es una fábula pero la divinidad existe en cada uno de nosotros;
si la descubres en ti mismo, la encontrarás en todo lo demás.
Es un valor supremo, que es lo que no percibe la ceguera que padecemos.
Decimos, como descartes; pienso, luego existo, pero ese yo del que hablamos,
con el que nos identificamos, es puro pensamiento.
Hay que deconstruir ese yo porque solo es una máscara, un falso ser,
un aparato que creamos para defendernos del mundo:
Es como una crisálida de la cual hay que volar.
¿ Como salir de esa crisalida? A través del autoconocimiento, el reconocimiento.
¿Como? Tomar distancia nos permite la toma de conciencia.
Yo estoy frente a mi mismo como si fuera otro.
Si observo y tomo conciencia de los pensamientos,
puedo decir: este pensamiento ocurre en mi pero yo no soy ese pensamiento.
Si no, caes en el error automático de creer que eres tus pensamientos.
Volviendo a la mente patriarcal,
tendemos a creer que la civilización en que vivimos es sinónimo de desarrollo y evolución.
Nos sentimos orgullosos, con cierto sentido de superioridad sobre otras, pero ni mucho menos.
Esta nos roba el sentido de la vida, la felicidad, la capacidad amorosa.
Y no nos damos cuenta de que los hemos perdido.
Pero si miras la historia verás que es un río de sangre.
Hay quienes creen que es así porque el ser humano es así.
No es nuestra naturaleza; sólo es nuestra personalidad.
El resultado del dominio masculino sobre el femenino, propio de la civilización patriarcal.
¿ Por qué las grandes civilizaciones son patriarcales?
No siempre ha sido así.
El patriarcado es un invento de la humanidad que tuvo lugar hace unos 6.000 años.
El padre se adueñó de la mujer y de los hijos y su voz se hizo ley.
Pero no siempre fue así.
¿Que ocurrió entonces?
Parece haber sucedido una revolución sangrienta,
que se refleja en muchos mitos, como el de Perseo,
que le corta la cabeza a la Gorgona, que es una diosa de cabellera de serpientes.
Hasta entonces dominaba la sociedad, el culto a la fertilidad y a lo femenino,
pero tiene lugar un cambio climático desastroso y la mente grupal es lenta,
poco receptiva al cambio y la innovación.
La tierra se estaba secando y los hombres tomaron el poder
y decidieron que había que hacerse malos para sobrevivir.
Entonces se idealiza la violencia como una forma de enmascarar el sentimiento de culpa.
Se institucionalizan los sacrificios (de animales, personas) y se sacraliza el matar.
Se inventan un Dios hombre que dice mata.
El problema es que aún seguimos así. Quizás tuvo un sentido histórico en su momento,
pero nos quedamos pegados ahí, en la agresión, en la insensibilización.
Aquel movimiento tuvo una inercia que aún sigue funcionando,
y seguimos deshumanizándonos en lo que llamamos es desarrollo.
Hago u llamamiento ahora a dar el salto a un grado de civilización más elevado.
¿En que consiste y cómo hacerlo?
Lo primero que hay que hacer es comprender nuestra idealización de la civilización
¿Hacia donde conviene cambiar?
El modelo que propongo es una sociedad en la que haya un equilibrio entre los valores materno/paterno/filiares; una armonía entre el pensar, el amar y el instinto;
entre el animal y el ser amoroso que somos
y el ser astuto en el que nos hemos convertido por exclusión de los otro dos aspectos:
un ser astuto sediento de poder.
Casi todos los conflictos sociales y políticos son conflictos que no hemos resuelto internamente.
No desaparecerán los conflictos externos hasta que no seamos seres unificados.
Y para esto,
¿Que podemos hacer, cada persona individualmente, en el día a día?
Lo primero, dejar de idealizar el estado actual de las cosas.
Seguidamente, trabajar en la conciencia personal.
Hay que buscar el reino de Dios, que está en nuestro corazón,
y lo demás nos vendrá por añadidura.
Lo más valioso de la vida está dentro de nosotros.
Hemos perdido el goce de vivir.
Hay una aspiración a la felicidad en todos nosotros que ha sido descuidada por la cultura.
Los profesores no se interesan por la felicidad de los alumnos,
y, si lo hacen, podría ser que les expedientaran por abuso.
Pero en realidad los profesores deberían ser educados para eso y,
sin embargo, el espíritu de la educación ha sido "la letra con sangre entra".
Cuando hablo del goce de vivir me refiero exactamente al goce de ser, que es el más profundo.
Pero como pocas personas llegan a eso,
en segundo lugar podemos hablar de un goce más modesto:
el bienestar de la salud emocional y espiritual de una persona integrada.
La mayor parte de las personas están llenas de amputaciones psíquicas.
Pero un ser completo, armónico, vive en el paraíso.
¿Como explicarle lo de vivir en el paraíso a una persona que siente que vive atrapada en u sinfín de compromisos:
la hipoteca, un trabajo que no llena, una situación familiar o personal difícil...?
Sentir que estás bien encaminado ya es mucho:
Hay muchas personas que no tienen una estrella polar y están navegando sin mapa, como perdidas.
Pero si tienes una comprensión del momento y un proyecto significativo,
puedes encontrar una relativa felicidad al poder decir: aunque no esté bien, voy bien.
Eso ayuda a sacar energías en las circunstancias
adversas. Fotografía Paco Alonso
También ayuda saber que uno está lidiando con las dificultades inevitables de la vida de una forma correcta. Por ejemplo pensando: la vida con este problemas me está dando una oportunidad.
Y generalmente es así. Los problemas son regalos.
Están muy bien prescritos,
como si a vida fuera una lección muy sabia que la mayor parte de las personas no saben interpretar:
y, en lugar de apreciarlos y sacarles partido, se quejan.
Ya lo decían nuestras abuelas, que la vida es la mejor maestra que existe...
Una persona con visión siente que e maestro está en todas partes,
que la vida siempre te está enseñando.
Cuando esto empieza a ocurrir es una señal de que la persona no está tan ciega.
Es la diferencia entre el infierno y el purgatorio: el infierno es un sufrimiento inútil;
es diferente sufrir con un sentido, entonces estás en el purgatorio.
Y cuando has dejado de sufrir, pase lo que pase, es que ya estás en el paraíso.